VISITA PASTORAL A LA PARROQUIA ROMANA DE SAN PEDRO DAMIÁN,

21/5/2017

 

Párroco:

Santo Padre, bienvenido entre nosotros. Una breve presentación. Este encuentro que hacemos así brevemente, es con la realidad del Camino Neocatecumenal, que nació aquí, en esta parroquia, hace unos 30 años. Ha habido varias evangelizaciones: hay cinco comunidades, más dos comunidades en misión, que envió su predecesor, Benedicto XVI hace ocho años, y los mandó aquí a esta periferia de Roma para evangelizar a los que estaban lejos. Hay dos comunidades: una viene de Piazza Bologna o sea, hacen 50 kilómetros para venir aquí cada miércoles y sábado; y otra de San Leonardo del Murialdo: van todos los martes a las casas a visitar a las familias, a rezar con ellas, para darles una palabra, escuchar, y esto ha dado frutos abundantes. En nuestra parroquia muchos no frecuentan: Ve a tantas personas, ahora, hoy; pero lo que hoy ve creo que es el fruto de todo lo que han hecho en estos años, en primer lugar, mis predecesores y también de estas realidades de nuestra parroquia. Realmente estoy agradecido a Dios — yo también vengo del Redemptoris Mater, hice un seminario allí, antes fui itinerante—; ahora llevo 12 años en esta parroquia como párroco. Estoy contento. He tenido dificultades —muchas— pero también muchas alegrías. Hay que decir que estos hermanos han dado testimonio —no sólo ellos, también otros— de la fe, han dado su vida y fortalecido mi vocación. Cuando estaba en crisis, en estos años, ellos fueron los —me emociono— que me apoyaron , porque creo que yo no debería estar aquí. Así que doy gracias a Dios, estoy agradecido de ser sacerdote, de ser cura y servir a la Iglesia de Roma. Y la obediencia a Usted, como sucesor de Pedro, en primer lugar.

 

Papa Francisco:

Uno de vosotros me decía que si el Camino está en esta parroquia, es gracias a esta persona [el párroco]. Pero hay algo muy bonito: No dijo: “Si el camino o esta parroquia son fuertes, si tenemos tantos niños, si tenemos una comunidad así e incluso misioneros es porque hemos tenido sacerdotes misioneros, no”. [Dijo] que habéis sido vosotros los misioneros. Porque la gracia de la misión viene del bautismo: El bautismo que nos da la fuerza para la misión, y los laicos, que son los bautizados, son los que tienen que ser misioneros. Después nosotros, los sacerdotes, las monjas, los obispos, todos. Pero los laicos deben ir hacia delante. Es lo que ha dicho el párroco: el hecho de visitar a las familias, de escucharlas … Esto no está en el derecho canónico, pero es muy importante: el ”apostolado del oído”. Escuchar. “Pero, Padre, se pierde mucho tiempo …”. No, ¡se gana! Tu escucha; después en algún momento dirás una palabra y esa palabra germinará, será una semilla, crecerá. Pero [primero hay que] escuchar. Hoy las personas necesitan ser escuchadas. Todos hablan, hablamos de todo … Pero pensamos … Os cuento una experiencia personal — yo también puedo dar un testimonio personal; a vosotros os gustan los testimonios ¿verdad? —[Risas] — cuántas veces he oído gente que ha venido a pedirme consejo, y yo me he quedado callado, les he dejado hablar, hablar, hablar … y luego han dicho: “Sí, es cierto: Usted tiene razón “. ¡Yo no había hablado! Pero era el Espíritu Santo que tenían dentro, que había hablado, y habían encontrado el camino. Pero necesitaban un oído, y todos vosotros tenéis esta experiencia. Y si uno empieza a hablar, no hay que decir: “No, pero …”. No expliquéis nada, hasta el momento en que el Espíritu te diga: “Habla.” Acordaos del apóstol Felipe: estaba bautizando, evangelizando y el Espíritu le dice: “Ve por ese camino …”. Y allí encontró un carro en el que había un señor, ministro de economía de la reina de Etiopía. Pero era judío y leía al profeta Isaías. Y Felipe no dijo ninguna palabra; solamente, se puso al lado del carro; el ministro le miró y Felipe le preguntó: “Dime, ¿entiendes eso?”. “¿Y cómo puedo entenderlo si nadie me lo explica?”. Fue el otro el que preguntó.. Felipe estaba callado . El otro le hizo subir al carro y (Felipe) le explicó … Y cuando se encontraron con un poco de agua en el desierto (el otro) dijo … ¿Por qué no puedo ser bautizado?’. La escucha. Al principio escuchaban, y después decían una palabra. Pero si tu entras en una casa, llamas a la puerta te abren y dices: “Vengo a anunciar el Evangelio, la salvación de Cristo”, te echarán y arruinarás la obra del Espíritu Santo. Escuchar. Después, mientras escuchas, la oración: “Señor, dame la palabra justa.” Esto en las visitas a las familias hace mucho bien: dejar caer la palabra correcta. Pero después del desahogo, después de que se hayan explicado bien . Y luego seguir adelante, en la comunidad, acercar a la gente, que se sientan bien … Así se hace la misión. Jesús, una de las imágenes más bellas que utiliza para la misión, es la del sembrador. Sembrar. Se lanza la semilla de la Palabra … Y en un pasaje del Evangelio dice: “Entonces el sembrador va a dormir y no sabe lo que pasa, pero es el Señor el que hace que crezca.” Siempre trabajar con el Señor, siempre. Por favor, no seáis proselitistas sino evangelizadores. Es feo ir a una familia para añadir un socio más a esta empresa eclesiástica: no es esto. El proselitismo no va. El Papa Benedicto dijo una frase que no debemos olvidar: “La Iglesia no crece por proselitismo, sino por atracción”, es decir, por el testimonio, por el servicio. Sed servidores de todos, y así las cosas son hermosas

 

Después están los momentos de crisis —el párroco habló de los suyos, de los que ha tenido. Pero me gustaría preguntaros —¡no lo haré!– el que de vosotros no haya tenido crisis, que levante la mano. Todos hemos tenido una. Todos. Y siempre el Señor puso a nuestro lado a alguien que nos ha ayudado. Y cuando estás en crisis, déjate ayudar . Pide ayuda. No te encierres, pide ayuda. Pide la limosna de la gracia, y esta llega siempre a través de un hermano, de una hermana. Siempre. Porque el Evangelio es así. La predicación no la hacen los ángeles: los ángeles alaban a Dios y a nosotros nos custodian, pero  a quién le toca predicar? A nosotros. A todos nosotros. Y este es el camino.

 

Os doy las gracias por lo que hacéis. Sois valientes. Y también estas joyas que están aquí, vuestros hijos son una promesa para el futuro de la Iglesia. Haced que crezcan como buenos cristianos. Y me gusta como cantáis.  Antes de daros la bendición, podríais cantar una canción a la Virgen… Cuando entré, estabais cantando una… Si sabéis otra…

 

[canto]

 

Gracias. Ahora voy a dar la bendición

 

[bendición]

 

Por favor, rezad por mí: ¡no os olvidéis!

 

 

© camino-neocatecumenal.org 2002

postmaster@camino-neocatecumenal.org

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