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Fray Luis de león

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Este hecho, inspirado por las envidias y rencillas que inspiraba quien descollaba por su saber sobre todos sus contemporáneos, se justificó por la divulgación manuscrita de su traducción y comentario castellanos del Cantar de los cantares, ya que para ello era necesaria la licencia eclesiástica. A lo que se fueron añadiendo todo tipo de sospechas al demostrarse su origen. Al no encontrarse tacha en su fidelidad y su sumisión a la Iglesia, fue puesto en libertad en 1577, tras retirarse todos los ejemplares localizados de su comentario y amonestársele para que no volviera a impartir sus tesis más discutidas, cosa a la que él siempre se ciñó.

 

La universidad le dotó de una nueva cátedra para enseñar a santo Tomás (aquella en la que, según algunos, pronunció el famoso “Decíamos ayer…” al reincorporarse a la docencia) y, tras obtener el grado de maestro en Artes (1578), sacó la cátedra vitalicia de Filosofía moral, opositando a continuación a la de Biblia, que también ganó (1579) y en la que ejerció hasta su jubilación (1590), si bien con algunos paréntesis debidos a los muchos encargos que recibía.

 

De esta época data su labor más conocida. En el ámbito de las letras, la publicación conjunta de sus obras De los nombres de Cristo y La perfecta casada (1583, 1585 y 1587), así como sus comentarios latinos sobre el Cantar, el salmo 26, la epístola a los Gálatas y Abdías (1580, 1582 y 1589) y un precioso opúsculo sobre el día de la pascua judía y cristiana (1590). Se le encomendó también la edición de las obras de santa Teresa de Jesús, a la que se dedicó con admirables pasión, devoción y esmero (1588).

 

Fuera de las letras, defendió con ahínco la reforma carmelitana, trabando estrecha amistad con las hijas de santa Teresa, y animó la reforma de su propia orden, la de san Agustín, para cuya recolección redactó la Regla de vivir que se aprobó (1589). Pocos días antes de morir, en el capítulo celebrado en agosto de 1591 en Madrigal de las Altas Torres, al norte de Ávila, se le eligió provincial de la orden en Castilla. Allí estuvo enterrado hasta que, en el tercer centenario de su muerte, sus restos fueron exhumados y trasladados a la capilla de su alma mater.

 

Los siglos venideros verían la edición de sus poesías (1631, por mano de Quevedo), de sus comentarios castellanos a Job y al Cantar (1779 y 1798 respectivamente) y de aquellas de sus obras y lecciones latinas que escaparon a la incuria humana y al paso del tiempo (1792-2012).

 

 

 

  Fray Luis de León " La perfecta casada"                         Fray Luis de León " Odas"

  Fray Luis de León  "Los nombres de Cristo"                   Fray Luis de León " El libro de Job"

 

 

 

Biografía

 

Nació en Belmonte, hoy provincia de Cuenca, en 1527, de familias de origen judeoconverso. Con catorce años, recién destinado su padre a los tribunales de Granada, fue enviado a Salamanca para estudiar también Leyes, pero el joven Luis dejó inmediatamente aquellos estudios para entrar en el convento de san Agustín, donde profesó un 29 de enero de 1544.

 

Recibió una sólida formación teológica en la nueva escolástica salmantina, que completó con estudios bíblicos en Alcalá. Tras recibir en 1560 el grado de maestro (equivalente al actual doctorado), ganó por oposición la cátedra menor de Santo Tomás en Salamanca (1561) y, más tarde, la de Durando (1565), a la que seguramente asistió el joven san Juan de la Cruz. Moderó esta última cátedra hasta que fue encarcelado por la Inquisición en 1572.